En un ejercicio de hipocresía, Sulaimán intenta justificar la elección de Yildirim: “Teníamos grandes expectativas”
Daniel Pi
@BastionBoxeo
Probablemente no había un solo aficionado boxístico que pensase que Avni Yildirim tenía sólidas posibilidades de ofrecer una gran actuación ante Canelo Álvarez, siendo innumerables los que esperaban que sucediese lo que finalmente pasó el pasado sábado en el ring del Hard Rock Stadium, donde el turco no ofreció ni un mínimo de resistencia antes de ser derrotado.
Con todo, aunque había consenso pleno en que era un enfrentamiento pésimamente emparejado, Mauricio Sulaimán ha ofrecido unas declaraciones, tan hipócritas que incluso sonrojan, en las que ha intentado justificar la designación de Yildirim como aspirante oficial WBC, afirmando prácticamente que fue una sorpresa lo que sucedió y que quizás habrá que hacer una revisión de los protocolos para decidir a los retadores obligatorios:
“Lo siento por Avni. El papel a veces no refleja las acciones, y fue muy desafortunado. Teníamos grandes expectativas, y es un hecho que nosotros necesitamos examinar el proceso [para elegir retadores oficiales], que no está funcionando en algunos caminos. Definitivamente, tenemos que retroceder y mirar qué está pasando y cómo evolucionan las cosas. Como digo, Canelo ha sido tremendamente exitoso, estaba en gran forma, y ese escenario debería haber sido para una pelea mucho mayor”.
En resumidas cuentas, Sulaimán pretende hacer creer a la gente que la elección de Yildirim fue sólo la consecuencia de un proceso que no funciona, eludiendo completamente su culpa de una forma realmente vergonzosa. Y es que realmente no hubo ningún proceso, sino que Yildirim no merecía acceder al mundial ante Dirrell y, tras esa derrota y dos años de inactividad, mucho menos merecía disputar la pelea contra Canelo, a la que accedió simple y llanamente por una designación a dedo, no por ningún proceso de selección. Por otro lado, aunque este caso puede ser más llamativo, el hecho es que son muchos los retadores obligatorios elegidos arbitrariamente por el WBC, y esto lleva sucediendo durante demasiados años, de modo que no es posible argumentar que el problema es del sistema y no de quien mueve los hilos a su antojo por encima de él.
Quizás el consuelo que queda es que las protestas de los aficionados han sido tan vivas y encendidas que al menos, por primera vez, Sulaimán ha reconocido (aunque sea falsa e hipócritamente) que algo se debe cambiar en el organismo, debiéndose confiar en que la presión de los fans del boxeo pueda hacer que el WBC, aunque sea por aparentar seriedad de forma momentánea, seleccione a retadores más capaces en el futuro inmediato.