Shurretta Metcalf se coronó golpeando al aire en atroz robo ante Miyo Yoshida
Daniel Pi
@BastionBoxeo
Después de la decisión localista del Scull-Shishkin, qué mejor manera de olvidar la corrupción que centrarnos en una nueva semana y en un nuevo combate, como el que la pasada noche encabezó un evento de ProBox desde The Theater en el Madison Square Garden. Sin embargo, si alguien buscaba tomar aire fresco con la pugna entre la japonesa Miyo Yoshida 17(5KO)-5 y la estadounidense Shurretta Metcalf 14(2KO)-4-1 sólo se encontró con una corrupción mucho mayor y más repulsiva.
Aunque Metcalf golpeó el aire durante la gran mayoría del tiempo, en una muestra perfecta de cómo no se debe boxear teniendo gran ventaja en altura y alcance, finalmente los jueces le regalaron el cinturón mundial IBF del peso gallo ante una Yoshida (en la foto) claramente superior. El atroz veredicto de los jueces fue una decisión unánime con injustificables 96-94 y 97-93 y un 99-91 que es una muestra evidente de completa ineptitud o patético sesgo.
Más allá de lo que pudiesen decir o no los comentaristas (siempre es mejor ver los combates sin audio para puntuarlos), si en lugar de dar por sentado que los numerosos puños lanzados por Metcalf estaban siendo eficaces se seguía su trayectoria atentamente, resultaba fácil de ver que el porcentaje de acierto de la estadounidense era realmente bajo. Y es que los manoteos de Metcalf de forma constante fallaban su objetivo, casi como una novata que no hubiese entrenado golpeando objetivos en movimiento y sólo hubiese practicado con sacos.
Es cierto que Yoshida hizo sutiles movimientos de cintura y gestionó bien los espacios para quitarse golpes, pero su adecuado trabajo no nos debe hacer perder de vista que Metcalf hizo un despliegue ofensivo que se debería estudiar como ejemplo de lo que no debe hacer un púgil en la distancia larga. Por su parte, Yoshida, pese a su desventaja en altura, estuvo muy astuta para sacar jabs sólidos, contragolpear con cruzados de izquierda y lanzar arremetidas apoyadas en golpes rectos o series de hooks.
Round tras round, Yoshida conectó los golpes más claros y contundentes, fue mejor en defensa, tuvo la agresividad efectiva y tuvo un superior control del ring, pero los jueces ni se dignaron a mirar el combate atentamente ni a tener en cuenta los criterios de puntuación de un enfrentamiento. Simplemente le otorgaron el cinturón a la boxeadora estadounidense por su perfecto golpeo del aire, coronándose así a una nueva campeona inmerecida, descorazonando a una púgil que fue superior en el ring y contribuyendo a la imagen de corrupción reinante en nuestro deporte.
Shurretta Metcalf was crowned new champion by punching the air in an awful robbery against Miyo Yoshida
Daniel Pi
@BastionBoxing
After the unfair decision in the bout Scull-Shishkin, what better way to forget about corruption than to focus on a new week and a new fight, like the one that last night headlined a ProBox event from The Theater at Madison Square Garden. However, if someone was looking for some fresh air with the clash between Japanese Miyo Yoshida 17(5KO)-5 and American Shurretta Metcalf 14 (2KO)-4-1, they only found a sample of much bigger and more repulsive corruption.
Although Metcalf punched the air for the vast majority of the time, in a perfect example of how one should not box having a great height and reach advantage, the judges finally awarded her the IBF bantamweight belt against a clearly superior Yoshida (in the picture). The judges’ atrocious verdict was a unanimous decision with unjustifiable 96-94 and 97-93 and a 99-91 that simply shows complete incompetence or pathetic bias.
Beyond what the commentators may or may not have said (it is always better to watch fights without audio to score them), if instead of assuming that the numerous punches thrown by Metcalf were being effective, one followed their trajectory closely, it was easy to see that the American’s success rate was really low. Metcalf’s punches constantly missed their objective, almost like a novice who had not trained hitting moving targets and had only practiced with punching bags.
It is true that Yoshida made subtle waist movements and managed the distance well to avoid blows, but her adequate work should not make us lose sight of the fact that Metcalf made an offensive display that should be studied as an example of what a boxer should not do at long distance. For her part, Yoshida, despite her height disadvantage, was very clever at landing solid jabs, countering with left hooks and launching attacks with straight punches or combinations of hooks.
Round after round, Yoshida landed the clearest and more forceful shots, was better in defense, had effective aggression and had superior ring generalship, but the judges did not bother to watch the fight closely or take into account the scoring criteria of a fight. They simply awarded the belt to the American boxer for her perfect air punching, thus crowning a new undeserving champion, disheartening a boxer who was superior in the ring and contributing to the image of corruption that reigns in our sport.