Previa: Tyson Fury y Deontay Wilder se enfrentan por tercera vez en campeonato mundial WBC del peso pesado
Daniel Pi
@BastionBoxeo
Hace dos semanas señalamos en una previa que un duelo entre Usyk y Wilder por la corona indiscutida del peso pesado era una posibilidad viable aunque se estuviese pasando totalmente por alto y que al menos uno de los dos perfectamente podía vencer su próximo combate, cumpliéndose esto último y comenzando a perfilarse mejor un posible choque entre ambos con la victoria del ucraniano sobre Anthony Joshua y su coronación como monarca mundial unificado del peso máximo.
Con el 50% del emparejamiento potencial construido (aunque sin poder pasarse por alto una revancha Usyk-Joshua que no será nada fácil para el nuevo campeón), ahora le toca al otro púgil que entra por detrás en las apuestas en un mundial del peso pesado intentar contradecir las proyecciones y tratar de resolver a su favor un compromiso que, en su caso, va más allá de ser decisivo deportivamente o el punto y final a una gran rivalidad. Y es que para el excampeón mundial estadounidense Deontay “The Bronze Bomber” Wilder 42(41KO)-1(1)-1 hay algo personal en juego, puesto que, más allá de las disputas con su adversario, por lo que luchará el sábado en el T-Mobile de Las Vegas, Estados Unidos, es por intentar rescatar algo de credibilidad y por evitar que su prestigio se desmorone de forma definitiva.
Ciertamente, el único y central responsable en el deterioro radical que ha padecido su imagen es el propio Wilder, que demostró ser un pésimo perdedor inventándose toda clase de excusas para su derrota en la revancha ante Tyson “The Gypsy King” Fury 30(21KO)-0-1 (siendo especialmente afamada la del “pesado” traje que llevaba en su camino hacia el ring) e incluso despidiendo y criticando al único miembro de su equipo que se preocupó verdaderamente por él al tirar la toalla y evitarle un castigo que podría haber sido gravísimo.
Con todo, aunque el daño que él mismo ha hecho a su credibilidad podría parecer indeleble, lo cierto es que en el pugilismo, y en el deporte en general, las victorias lo borran todo: ya sea dopaje, una conducta abyecta fuera de competición, mal comportamiento en rueda de prensa o muestras de debilidad de carácter, quien sale con el brazo en alto recibe un “pase especial” que le libra de buena parte de las críticas y le granjea una importante cantidad de apoyos. Así, si otros que hicieron cosas mucho peores que Wilder se han ido de rositas tras sus faltas y han sido alabados como héroes tras sumar triunfos, no debe caber duda alguna de que si el estadounidense vence la tercera pelea ante Fury muchos no sólo olvidarán sus más controvertidas declaraciones y pasarán a apoyarle, sino que incluso harán una revisión de sus excusas y comenzarán a dar por buenas algunas de ellas.
De todos modos, el resultadismo del deporte es una hoja de doble filo, ya que si vuelve a perder, la carrera de Wilder a ojos de muchos quedará sentenciada para siempre y se hará leña del árbol caído, algo que, visto hasta dónde llega la fragilidad mental tras la derrota del estadounidense, podría ser un punto de ruptura definitivo en su confianza y en su carrera.
Habiendo dominado las acciones Fury en el primer combate pese a las dos caídas puntuales que padeció y habiendo sido atropellado Wilder en la revancha, lo que dará de si la tercera pugna para muchos resulta evidente, considerando estos que “The Bronze” Bomber” volverá a ser triturado. Sin embargo, aunque muchas veces se sobredimensionan los factores mentales en un combate y absurdamente se desprecian los aspectos técnico-tácticos, en esta ocasión no se debe infravalorar el factor psicológico de la pugna, que podría tener quizás en el tercer duelo una vertiente diferente de la que algunos esperan.
Dicho de otra manera, aunque ha mostrado una nefasta actitud en la derrota y eso resulta muy preocupante para sus intereses, Wilder está entre la espada y la pared, además semienterrado deportivamente por sus continuas y rocambolescas excusas, y su única salvación es la victoria, de modo que en principio, y si no le puede la presión, el sábado debería luchar a la desesperada y dando absolutamente todo lo que tenga hasta la última gota de esfuerzo por evitar la debacle definitiva. Muchos se preguntarán, incluso si es posible que Wilder ofrezca una actuación llena de arrojo, qué opciones boxísticas y qué recursos tiene éste para lograr vencer, pregunta que no sólo es lógica o coherente, sino también necesaria. Pero sea lo que sea que ponga sobre el ring sería sorprendente, dada su actual ansia de reivindicarse, que se viese conducido a la derrota sin a penas ofrecer oposición como le sucedió en el segundo combate.
Por contra, aunque Fury está en una posición mucho mejor desde el punto de vista moral y también en el boxístico (por su superioridad en habilidad y recursos), no debemos perder de vista que los triunfos y el éxito no están carentes de riesgos, puesto que como dijo Marvin Hagler: “Es duro salir de la cama para ir a correr a las cinco de la mañana cuando has estado durmiendo en pijama de seda”. Es cierto que el dinero no le falta tampoco a Wilder y que Fury, después de haber pasado momentos realmente bajos, no va a dejarse llevar al descuido físico total como en el pasado, si bien es muy fácil que el estadounidense posea un mayor fuego interior por intentar vencer esta contienda trascendental para su vida y que el británico se haya perdido algo entre las alabanzas desmedidas que ha recibido.
Dejando de lado que Wilder ha casi suprimido sus apariciones ante la prensa en los últimos meses y que sus eslogans deliberadamente llamativos se han desvanecido, estando más silencioso y aparentemente centrado en lo importante, en el aspecto boxístico se presenta una pregunta central arriba ya esbozada ¿Si cuando intentó atacar se vio desdibujado por la movilidad de su rival y por sus propios errores y cuando se mantuvo expectante fue barrido, qué le queda por intentar a Wilder y qué puede hacer para ganar?
Primeramente lo que debe hacer es evitar a toda costa que su rival pueda avanzar sobre él sin impedimentos, necesitando estar mucho más activo de manos y generar oposición ofensiva incluso desde posiciones defensivas. Han sido muchas las burlas y risas que han provocado sus vídeos de trabajo de combinaciones con su nuevo entrenador Malik Scott, considerando algunos que estaban mal ejecutadas, que eran inútiles o que, simplemente, “no se le podían enseñar trucos nuevos a un perro viejo”. De todos modos, cualquier boxeador, especialmente uno que es rápido de manos y atlético como Wilder, puede hacerse correoso si saca frecuentes puños enlazados contra un púgil que le ataca, no debiéndose dar por hecho que Fury podría entrar a través de sus series sin problemas y sin recibir golpes. En este sentido, Wilder tiene también que estar muy atento para usar sus puños al contragolpe, especialmente su derecha, para hacerse respetar y para no dejarse alcanzar sin réplica.
Por otro lado, Wilder necesita anticiparse y aumentar sus posibilidades lo máximo posible aunque sea por una aproximación de ensayo y error. O sea, cuando mayores logros obtuvo fue atacando y llegando con sus derechazos y su mejor opción es apoyarse en su pegada, de modo que, incluso si falla muchas manos, debe intentar atacar, tomar la iniciativa e insistir una y otra vez sin desmoralizarse al arrojar sus puños, puesto que en el pugilismo todos los participantes reciben golpes y los suyos pueden resultar decisivos.
Resulta enormemente factible y razonable que Wilder trate de mostrarse activo y que Fury (que parte como favorito en las apuestas) use su movilidad, sus fantásticas acciones elusivas y su larguísimo jab para contenerle o incluso revertir la situación y empezar un trabajo de desgaste. No obstante, aunque es posible que Wilder pueda volver a ser desdibujado totalmente o que no pueda aguantar las ofensivas de un púgil mucho más pesado (Fury apunta a poner sobre la báscula una de sus mayores cifras), incluso si todo le va mal y termina derrotado no es lo mismo caer habiendo hecho todo lo posible y abriendo al máximo el abanico de opciones de triunfo que, como en su anterior duelo, evaporándose ante la adversidad y la presión.
Para Fury parece que una pelea física y en la que pueda usar su peso en corta, aunque sea desgastando en clinches, podría resultarle muy favorable, y si logra usar su ventaja en alcance en larga podría controlar en buena medida las acciones, aunque exponiéndose a mayor peligro potencial. De todos modos, en principio será necesario que Fury tenga un esquema algo flexible debido a que Wilder y su entrenador apuntan a una táctica que consideran inesperada y a que, en general, su rival hará lo que esté en su mano para ganar a cualquier precio, asegurando el exmonarca directamente que incluso está dispuesto a hacer trampas para lograrlo.
Si se piensa que Wilder puede superar las expectativas o que al menos hará un buen intento, no harán falta más alicientes para visualizar el encuentro, mientras que si no se ve viable esta opción y se piensa que el británico arrollará de nuevo, quizás para muchos resulte interesante ver a Fury dándole un nuevo escarmiento a su contrincante por su falta de realismo y por sus duras acusaciones. Finalmente, en el caso de que alguien tras ver el segundo enfrentamiento no tenga mucha motivación para verlo por tercera vez, convendría aun así que le prestase la debida atención al choque, ya que de él, al igual que del Joshua-Usyk, se hablará durante meses y tanto el resultado como el lucimiento que tengan uno y otro púgil serán factores de calado sopesados y analizados de cara a sus próximos retos.
A falta de que en diversos países se confirme el horario de la emisión o la cadena, en Estados Unidos la cartelera principal del Fury-Wilder III será emitida a través de un PPV de ESPN y de Fox Sports al precio de 79,99 dólares desde aproximadamente las 21:00 ET/19:00 PT, las 3:00 de la madrugada del sábado al domingo en hora española. Antes de esta emisión se producirá otra retransmisión en abierto de parte del respaldo del cartel. En un artículo posterior encontraréis la previa del interesante respaldo.