Demetrius Andrade se deshizo en dos asaltos de un Jason Quigley que cumplió con creces las negativas expectativas
Daniel Pi
@BastionBoxeo
SNHU Arena, Manchester, Estados Unidos. Campeonato mundial WBO del peso medio. Quinta puesta en juego del titular Andrade.
Por segunda vez consecutiva el estadounidense Demetrius “Boo Boo” Andrade 31(19KO)-0 no ofreció una pelea aburrida, algo que es ya un hito en sí en su olvidable carrera. Con todo, por enésima vez encaró un muy mal emparejado combate, llegando esta vez su defensa voluntaria ante el irlandés Jason Quigley 19(14KO)-2(2), que siendo batido en sólo dos asaltos hizo menos todavía de lo que se esperaba de él en las realmente negativas expectativas previas al duelo.
Pese a que hubieron muy pocos directos aislados en los dos minutos iniciales del primer round, en el restante Andrade impactó abiertos curvos, destacando un cruzado de mano adelantada y posteriores uppercuts que sorprendieron y dañaron a Quigley, quien rápidamente terminó cayendo a la lona, aunque tras un empujón y un recto descendente. En la reanudación el estadounidense trató de buscar la detención, pero no lo consiguió antes de que terminase el asalto, de modo que fue en el segundo round cuando Andrade concluyó el encuentro.
Aunque Quigley trató de caminar y de lanzar golpes disuasorios recibió nuevos poco convencionales curvos hasta que un muy abierto cruzado de izquierda le tiró al tapiz. Algo después de la cuenta del árbitro el retador fue perseguido, llevado a una esquina y alcanzado por una rápida serie de curvos y rectos, cayendo por tercera vez y decretándose el final.
Como sucedió tras sus abrumadoras victorias contra rivales tan por debajo del nivel del top 15 absoluto de la división como Walter Kautondokwa o Luke Keeler, el triunfo ante Jason Quigley será utilizado por la prensa estadounidense y los medios afines a Matchroom para alabar sin medida la calidad de Andrade, apuntándose a lo amplio de su éxito como el motivo de que se le “eluda”. De todos modos, nuevamente lo que quedó de manifiesto es que Andrade cuando tiene ocasión de elegir un retador voluntario escoge a uno de los peores posibles y evita a los aspirantes de más nivel, actitud que ni por asomo es la necesaria para aspirar al número 1 de la división como supuestamente pretende o para acumular logros y ganarse una pelea del máximo calibre.
Es cierto que varios boxeadores de la cima no están precisamente dispuestos a saltar a un choque contra Andrade, siendo la muestra más evidente de ello Jaime Munguía, que lleva como número 1 WBO del peso medio muchos meses y no ha movido un dedo para que se ordene el mundial, estando de hecho dispuesto a seguir la ruta WBC finalmente. Pero quien piense que Quigley era uno de los mejores adversarios posibles a los que podía enfrentarse en este combate Andrade se equivoca, habiendo varios ranqueados (y no ranqueados para los que podría recibir un permiso especial) muy superiores a él dispuestos a aceptar la oportunidad mundialista, como los habían cuando se midió a Keeler o a otros asequibles rivales.
Así, el caso Andrade se mantiene igual que ha estado durante años, considerándose más o menos por consenso que tiene grandes cualidades boxísticas pero que no da pasos adelante de calado para intentar mejorar su posición, contentándose con exclamar que todo el mundo le evita mientras se enfrenta a oponentes muy inferiores a la espera de que algún día al fin se pacte el choque con una inmensa bolsa que no quiere poner en riesgo con defensas de calidad.