“Rolly” fue derribado y tuvo problemas con el veterano Barroso, pero fue coronado por el corrupto Tony Weeks en enorme controversia
Daniel Pi
@BastionBoxeo
The Cosmopolitan, Las Vegas, Estados Unidos. Campeonato mundial WBA por el vacante cinturón del peso superligero.
Todo lo que ha envuelto este combate ha sido completamente grotesco desde el principio hasta el final: la WBA permitió que un peso ligero que venía de una derrota por knockout como Rolando Romero 15(13KO)-1(1) accediese a un mundial en el peso superligero; el campeón superligero Puello dio positivo en control antidopaje por clomifeno; Puello puso como excusa que simplemente intentaba tener un bebé; no se le desposeyó hasta dos días antes del pesaje; entró como sustituto un veteranísimo Ismael Barroso 24(22KO)-4(3)-2 al borde del retiro; entonces en el combate el joven Rolly fue derribado, se mostró incapaz de ser competitivo, e iba perdiendo en las tres tarjetas de los jueces; y finalmente el árbitro Tony Weeks se sacó de la manga uno de los más corruptos knockouts técnicos de los que se tiene memoria para proteger los intereses de sus jefes.
Así fue como PBC, la WBA y la élite de la industria en general se salieron con la suya y coronaron como campeón mundial a un limitadísimo Rolando Romero, siguiendo adelante con su plan para en un futuro próximo usarlo como víctima propiciatoria de un boxeador a quien quieran inflar.
Repasando el encuentro, absurdamente, Romero dejó que Barroso tomase la iniciativa, el escenario en el que el veterano venezolano podía ser más peligroso. De ese modo, aunque la lentitud de piernas de Barroso hizo que las acciones se desarrollaran tácticas ante el mucho más joven Romero, el visitante fue llegando con algunas combinaciones al ataque antes de que en el tercer round el limitado “Rolly” pagase el precio de su mala defensa siendo derribado por un directo de izquierda.
Este susto pareció que era lo que necesitaba Romero para cambiar a la estrategia que le convenía, dado que a partir de entonces intentó presionar más a su contrincante, si bien el abusón “Rolly” estaba amedrentado y no se atrevía a sostener ofensivas contra un oponente carente de agilidad pero que oponía resistencia. Por ello, el visitante con alguna aisladísima izquierda o con una eventual combinación a menudo superaba a un Romero que no osaba lanzar más que escasísimas derechas desde lo más lejos posible y cuando pensaba que no iba a poder ser contragolpeado. Eso cuando directamente los pocos directos de izquierda de Barroso no hacían que Romero corriese despavorido alrededor del ring.
De todos modos, como buen abusón, en cuanto vio que el veteanísimo Barroso estaba cansado en el noveno round, Romero saltó sobre él y lo golpeó con agresivas combinaciones de hooks hasta que, ayudado por un evidente empujón, lo derribó, realizando el árbitro cuenta. En la reanudación “Rolly” no tardó en empezar a dudar en apretar el acelerador a poco que su contrincante le contestó, pero el corrupto árbitro Tony Weeks se inventó un desenlace a su antojo: justo después de que Barroso conectase un par de contras y fuese alcanzado por una derecha, Weeks decretó un KOT que ha producido un enorme estallido de indignación.
Y es que el problema es que la detención fue incuestionablemente corrupta y Weeks es un árbitro múltiples veces reincidente que no pierde su trabajo únicamente porque hace lo que la gente en la élite de la industria quiere que haga, como por ejemplo decretando un KOT dando por buenos los flagrantes golpes bajos de Ward a Kovalev o permitiendo que Tyson Fury evitase la derrota ante Wallin pese a padecer uno de los peores cortes por puño de la historia.
De que la industria tenga planes para usar a Romero como peón en su gran tablero de ajedrez, no tiene la culpa el boxeador, pero sí la tiene de, pese a habersele puesto todo en bandeja de plata para que ganase, mostrarse incapaz de lidiar táctica y mentalmente con un oponente en las últimas de su carrera y ante el que tenía todas las ventajas posibles… Por ello, la sensación de desmoralización, rabia e indignación de los aficionados todavía fue mayor tras el corrupto final, que puso de manifiesto claramente que ya no hay límite en la desfachatez de quienes semana a semana se esfuerzan por destruir este deporte.
“Rolly” was dropped and had problems with the veteran Barroso, but was crowned by the corrupt Tony Weeks in huge controversy
Daniel Pi
@BastionBoxing
The Cosmopolitan, Las Vegas, United States. WBA world championship for the vacant super lightweight belt.
Everything about this fight has been really grotesque from the beginning to the end: the WBA allowed a lightweight who was coming off a knockout loss like Rolando Romero 15(13KO)-1(1) to access a world title bout at super lightweight; the super lightweight champion Puello tested positive for clomiphene in anti-doping control; Puello used as excuse that he was simply trying to have a baby; he was not stripped of his belt until two days before the weigh-in; then a very veteran Ismael Barroso 24(22KO)-4(3)-2 on the verge of retirement entered as a substitute; in the fight, the young Rolly was knocked down, proved incapable of being competitive, and he was losing on the three judges’ cards; and finally referee Tony Weeks ruled one of the most corrupt technical knockouts in memory to protect the interests of his bosses.
This is how PBC, the WBA and the elite of the industry in general got away with their wishes and crowned a very limited Rolando Romero as world champion, going ahead with their plan to use the new titlist as a victim for a boxer whom they want to hype.
Reviewing the match, Romero absurdly let Barroso take the initiative, the scenario in which the Venezuelan veteran could be most dangerous. In this way, although Barroso’s slow legs meant that the actions were tactical against a way younger opponent, the visitor connected some combinations attacking before in the third round the limited «Rolly» paid the price of his poor defense and was dropped by a straight left.
This scare seemed to be what Romero needed to switch to the strategy that suited him, since from then on he tried to put more pressure on his opponent. However, the bully «Rolly» was intimidated and did not dare to attack a boxer lacking in agility but who was offering resistance. For this reason, Barroso, with a small number of left hands or with an eventual combination, outworked many times Romero, who did not dare to throw more than very few right hands from as far away as possible and when he thought that he was not going to be counterattacked. In fact, sometimes Barroso’s straight lefts made Romero run terrified around the ring.
Anyway, like a geniune bully, as soon as he saw that the very veteran Barroso was tired in the ninth round, Romero jumped him and hit him with aggressive combinations of hooks until, helped by an obvious push, he sent him to the canvas, the referee ruling it a knockdown. At the restart, «Rolly» didn’t take long to start hesitating after his opponent began to answer him, but the corrupt referee Tony Weeks created an outcome at his will: just after Barroso connected a couple of counters and was hit by a right hand, Weeks stopped the bout, thus producing a huge outrage.
The problem is that the stoppage was unquestionably corrupt and Weeks has showed many, many times that he does not lose his job solely because he does what the elite of the industry wants him to do, such as, for example, ruling a TKO after Ward’s blatant low blows against Kovalev or allowing Tyson Fury to avoid a loss to Wallin despite suffering one of the worst cuts in history.
It’s not Romero’s fault that the industry plans to use him as a pawn on its grand chess board, but it is his fault that, despite having been served the world belt in a silver platter, he was incapable of dealing tactically and mentally with an opponent in the last stages of his career and against whom he had all the possible advantages… For this reason, the feelings of anger and indignation of the fans were even greater after the corrupt ending, which clearly proved that there is no limit to the shamelessness of those who week after week strive to destroy this sport.