El presidente de la WBA vuelve a defender su repulsiva política de múltiples campeones con absurdos argumentos

Daniel Pi
@BastionBoxeo

Resultaría tan sencillo como que el presidente de la WBA, Gilberto Mendoza, afirmase que su organismo sostiene la política de múltiples campeones únicamente debido a que generar más peleas “titulares” implica más ingresos para sus arcas. El arrebato de sinceridad no cambiaría la negativa visión que los expertos y aficionados tienen de la WBA, pero al menos dejaría de ponerse en ridículo con excusas absurdas. Y es que Mendoza, después de haber prometido y volver a prometer que terminaría con esta situación, ha vuelto a defender su política de múltiples campeones.

En declaraciones para ESPN Deportes, Mendoza señaló:

“Me dicen que sólo tiene que haber un campeón, pero no me dan argumentos sólidos. Me dicen que los títulos se han devaluado, pero cuando hablamos de hacer un torneo para encumbrar a un único campeón, no todo el mundo quiere entrar. Cuando hablamos de una pelea de campeón contra campeón no todo el mundo quiere participar”.

Primeramente, Mendoza mienta al afirmar que no se le han dado justificaciones adecuadas para defender la necesidad de un solo monarca, puesto que literalmente se le han dado cientos de argumentos para explicarle que su política de múltiples campeones está ayudando a desacreditar y destruir el boxeo: la pérdida de interés general de la gente por el boxeo a causa de una maraña de campeones; la confusión total y el consecuente desdén de los aficionados que quieren tratar de entender la situación; la absurdidad deportiva que supone coronar campeones mundiales por debajo de otros campeones mundiales; la inmoralidad que resulta crear puestos titulares únicamente para aumentar los ingresos del organismo; el trato de favor que se dispensa a determinados campeones para que eviten a los aspirantes obligatorios más difíciles neutralizando a los retadores con el entramado de subcampeones; el estancamiento total de las divisiones, acumulándose defensas de “titulares” de cuarta categoría ante púgiles modestísimos sin que se presione para la realización de las mayores pugnas; los aumentados tejemanejes de las promotoras con la WBA al comprar oportunidades inexistentes, etc.

Por otro lado, cuando afirma que no todos los boxeadores quieren participar en torneos o que no todos los titulares quieren enfrentarse entre ellos, Mendoza está dando una muestra perfecta de lo materialista que puede llegar a ser su visión del boxeo, ya que su afirmación implica que cuando un gran boxeador se niega a participar en una pelea él está dispuesto a doblar las normas WBA para que el púgil no se sienta incomodado y deje vacante su cinturón o se aparte de las peleas de este organismo. En cualquier disciplina deportiva, si un deportista no quiere participar en un evento, su nombre es descartado y se pasa al siguiente, no se aplaza el show para que la estrella pueda estar más satisfecha. Si la WBA ordena un torneo o una “unificación” entre sus campeones tiene que usar su poder para hacer cumplir su decisión o de lo contrario desposeer o apartar a los boxeadores que se niegan a respetar los mandatos. Tan simple y tan razonable, nada que Mendoza pueda justificar amparándose en una debilidad que no debería tener.

Las declaraciones de Mendoza no terminaron ahí, sino que continuó:


“A un boxeador con un título le va mejor, a un boxeador que consigue una pelea titular le va mejor, a una cadena que emite una pelea titular le va mejor, a un promotor que tiene una pelea titular le va mejor. El mismo fan que se queja, si sabe que hay un título en juego presta más atención. Nos encantaría tener un equilibrio en número de títulos, pero ¿cuál sería el equilibrio que podemos ofrecer? Lo ideal sería organizar un torneo como las World Boxing Super Series hace, en el que tengamos a los mejores y no sólo a los peleadores que un promotor o dos nos ofrecen”.

Abordando el tema parte por parte, es cierto que si la política de múltiples campeones ha avanzado es gracias a que diversos promotores, mánagers y entrenadores la han respaldado completamente, algunos de los cuáles se pasean por los platós de televisión en cada ocasión que tienen pregonando su falso aprecio por el boxeo. Pero, de nuevo, que mucha gente se beneficie de algo dañino o inmoral no lo convierte en bueno o aceptable, ya que la mera esencia de la justicia deportiva, competir para intentar ser el número 1 o quedarse lo más arriba posible de la cima, está siendo destruida por meros intereses económicos, cosa que afecta terriblemente al boxeo, que ha quedado arrinconado respecto a sus años gloriosos básicamente por el desprecio que han sentido muchos por el caos de monarcas y por el hecho de que los mejores no combatan contra los mejores de forma sostenida.

Respecto a cuál es el equilibrio que se puede ofrecer para que la gente este contenta, esa es una pregunta muy sencilla puesto que el único equilibrio adecuado es un campeón por división, al que la WBA podría llegar simplemente ordenando escalonadamente peleas entre sus titulares.

Con todo, quizás la frase más llamativa de todas las pronunciadas por Mendoza es la última, en la que da a entender que toma sus decisiones en base a los boxeadores que los promotor le ofrecen y no porque su organismo lo haya decretado apoyándose en los púgiles que hayan escalado en el ranking haciendo méritos para lograr las peleas. Y es que la WBA ha propuesto diversos torneos y no ha ejecutado ninguno.

Al afirmar tal cosa, definitivamente Mendoza pone el último clavo en el ataúd del crédito de la WBA, que ha llegado al punto de afirmar sin sonrojo que se ven forzados a cancelar torneos o a decretar peleas titulares por lo que les ofrecen los promotores y no al revés. Si se quiere organizar un torneo y 4 de los 8 mejores no quieren participar, se recurre a los 4 siguientes disponibles y se desposee a los monarcas que se nieguen a aceptar las normas, quienes posiblemente rectificarían bajo la amenaza de la desposesión.

Si los promotores le ofrecen uno o dos boxeadores, su obligación como presidente es preguntar de forma descendente a los 15 boxeadores clasificados en su organismo o a los que han hecho méritos para luchar por acceder a la lista. Sean quienes sean estos, el ganador del torneo habrá logrado su coronación en buena lid y se habrá seguido un planteamiento racional para ello, haciendo más bien que mal, si bien dejar de acceder a un porcentaje de las bolsas de las grandes estrellas, la máxima preocupación de los presidentes de los organismos del boxeo, es un impedimento demasiado grande como para que cumplan con la lógica necesaria y con el respeto que deberían tener al deporte que les sustenta.